Seguramente, cuando los primeros hombres descubrieron las bondades de la rueda, no se llegaron a imaginar que ese gran hallazgo podría complicarle la vida a miles de personas cientos de años después; ellos no tenían cómo comprender qué se siente estar varado en la carretera gracias a que una rueda de nuestro carro se encuentra pinchada, y mucho menos, pudieron desear, como nosotros, el querer tener una nave supersónica para no ver nunca más una llanta pinchada.